Francés, ese idioma sí que lo veo útil. Por ejemplo, para entrar a esas francesitas que vienen de excursión a la ciudad ahora que empieza la primavera. La mayoría son demasiado blanquitas, con la cara sonrosada y no son muchas las que merecen la pena pero... ¡esas sí que saben todas latín!
Cinco minutos, solo cinco minutos para que sea la hora y suene por fin el timbre. ¿Qué pasa con el timbre hoy, no va a sonar nunca? A ver si el bedel se ha quedado dormido otra vez y se le pasó apretar el botón.
El reloj yo creo que no anda bien, seguro que va más despacio porque esta clase se me está haciendo eterna. Coñazo de Julio César y las Galias, las rosa rosae, Séneca y los Idus de Marzo; molan más Asterix, Obelix y los jabalíes asados, por Tutatis.
La última clase del día siempre se hace demasiado larga pero si encima toca Latín, la tortura ya es a cámara lenta. Bueno, es peor cuando hay Filosofía.
Eh, que han tocado el timbre.... pero ¿este tío es tonto o qué? No deja marcharnos aún ¡Que le den a los acueductos y a las declinaciones...!
Oiga, tengo cosas que hacer, suéltenos ya. Joder, tengo que salir rápido de esta clase a ver si la veo. Sí, a ella, y ella tiene que verme a mí, fijarse en mí, saber que existo por eso debo ir rápido a la puerta de su clase y esperarla a la salida. Porque no quiero que pase un día más sin que ella no necesite estar conmigo.
"Nihili est qui nihil amat"