sábado, 20 de diciembre de 2014

2.0

Volver a empezar es empezar de verdad. Sí, es cierto, decías que estabas a mitad de partida y pensabas que todo iba a ser según lo planeado, sin altibajos, previsible. Entonces, una vez más, has tirado el dado, has avanzado y te has parado tranquilamente en mitad de ninguna parte. Pero de repente te has dado de bruces con tu enemigo y, sin que te des cuenta, por la espalda, te ha comido la ficha y has tenido que regresar a la casilla de salida. Mejor. Sí, mejor; créeme, te han hecho un favor porque esta partida se te estaba quedando pequeña y ya era demasiado aburrida para ti.


Nuevo juego, nuevas reglas, diversión de verdad. Vuelve a tirar los dados.

sábado, 25 de octubre de 2014

Semidioses

- No volveré -murmuró mientras le daba la espalda y echaba a caminar sin dirección pero lejos de ahí.

Durante un tiempo no había nadie más que tú, el mundo era un decorado y mi vida contigo era una maravillosa obra. Un duelo de actores dándose la réplica con frases geniales, silencios abrumadores y una expresividad corporal como nunca nadie siquiera pudo imaginar.
Es cierto, fue un tiempo en el que los dos vivíamos en estado de gracia. Cualquier acción cobraba un sentido que nadie más entendía por pura elevación, porque nadie jamás vivió semejante intensidad; se acercaba más a lo divino que a lo humano y tanto es así que creímos reconocernos como dos seres por encima de los demás, auténticos semidioses. Realmente acariciamos lo mejor, lo más alto, el todo.
El todo, un lugar reservado para los dioses y ellos son celosos, no quieren más competencia que la que eternamente se hacen entre sí. No hay lugar para nadie más y no permiten que alguien pueda alcanzar lo que tienen y lo que a veces, a los miserables humanos, tienen a bien concedernos. El Amor, como la Guerra, la Sabiduría, o el Tiempo son cosa suya y tal como lo dan, también lo quitan.
Tú sabes que nuestra obra se ha terminado. Podía haberse convertido en un clásico pero lo clásico permanece, y la pasión, que es donde quiero vivir, son las mismas antípodas de la permanencia. No deseo rescoldos eternos; necesito sentir el fuego y el fuego, al final, siempre se acaba apagando.


"Ahora, vete, es mejor. Vete, vete, vete.... No vuelvas nuncas más".

jueves, 24 de abril de 2014

El grupo

El sol se escondía rápidamente tras las montañas y el grupo caminaba muy junto, despacio, pegados los unos a los otros, mezclando el sudor que sus fatigados cuerpos no dejaban de desprender a cada paso que daban, en la tortuosa subida por el camino empedrado y polvoriento que podía alejarles de esa jauría que los perseguía sin descanso desde hace días. Seis almas desesperadas; tres chicos y tres chicas que apenas hace una semana no se conocían entre sí pero que el avatar les había convertido en una piña y, quizá, en algo más. En siete días habían vivido, compartido, disfrutado y sufrido tanto juntos como ninguno de ellos lo había hecho antes de todo esto. Porque todo esto había sido muy intenso -demasiado, quizás- aunque ninguno de ellos lo hubiera elegido, ni siquiera imaginado; el caprichoso azar, el destino, la Providencia o quién sabe qué fuerza superior decidió hace una semana que sus vidas cambiarían de manera tan brutal.
El entendimiento al que había llegado el grupo era tan fuerte que en ocasiones no necesitaban abrir la boca para decirse las cosas; bastaba con mirarse a los ojos o hacer un leve gesto para que todos tuvieran claro qué es lo que estaba ocurriendo, qué sentían, en qué pensaban. Pero dentro del grupo había dos que eran aún más cómplices; dos que tenían muy claro que lo darían todo por el otro sin dudarlo. Almas gemelas que existen en el mundo y que a veces tienen la fortuna de encontrarse, y es en ese preciso instante cuando saben que su vida ya no tendrá sentido si no están juntos.
La noche cayó muy rápido y el camino se endurecía, pero decidieron hacerlo. Un poderoso instinto les invitó a detener por un momento su agónica huida y, mirando a la preciosa luna creciente, gritaron a pleno pulmón para que el mundo supiera que allí estaban, libres y vivos. La jauría les seguía los pasos, acercándose, pero el grupo era sólido, fuerte, una roca con seis corazones que latían a la vez y nadie sería ya capaz de deshacer los poderosos vínculos que les unían. Ni aunque al fin les dieran caza.



- ¿No les oís? Esos seis ya no pueden estar lejos. Vamos chicos, hay que limpiar el valle de aullidos para siempre. Lobos de mierda...

jueves, 13 de febrero de 2014

La penúltima vez

Otra, vamos... ¿No hay huevos o qué? No me vengas con que es suficiente. No me digas que es tarde. No me digas que la música está demasiado alta. No me digas no... No me lo digas a no ser que quieras que la próxima vez yo te diga también no. Y no quieras oir de mi boca un no, porque eso significa exactamente eso y no hay resquicio para un quizás.

¿Qué esperabas? Y sé que ya no tenemos veinte años ¿y qué? Ahora todo sabe mejor porque a pesar de que la resaca me dura más de un día ahora sí que merece la pena la bajona. Es cuestión de querer sentir las heridas en la cabeza y en el cuerpo de los arrebatos de esta noche, las gloriosas sombras nocturnas que mañana se convertirán en dolorosas pero dulces luces que deslumbran y traen ese regusto que llevas tanto tiempo sin paladear. Ahora todo tiene mucho más sentido porque es buscado, es a salto de mata, es de cuando en cuando y no es como entonces, el mecánico ritual de cada jueves o viernes o sábado, o de todos esos días juntos y muchos más. Ahora yo escojo cuándo y dónde, pero sobre todo por qué, aunque esta noche haya sido un "por qué no".

Mírame; levanta la cara, enfoca tus ojos y mírame. Quítate eso que te sobra de la nariz y mírame de una vez. Después de todo, esto es como amarte sin tocarnos un pelo, imaginando más cosas de las que ahora estaríamos dispuestos a hacer, pero creyendo que podemos batir el récord de salto de longitud; o de polvos seguidos. Mírame, no me jodas, hace tiempo que no nos veíamos y sé perfectamente que deseabas esto tanto como yo.


Venga, otra y después ya no habrá nada en el mundo más que tú y yo. Al menos hasta mañana.

lunes, 3 de febrero de 2014

Allí vivo yo.

Esa nube que me rodea desde hace más de veinticinco años no quiero que me abandone nunca. Es preciso que siga yendo conmigo a cualquier parte y sea carta de presentación para quien no me conozca. Que hable por mí sin que yo abra la boca, anunciando mi presencia allí donde quiera hacerme notar.

No importa que hoy veas que mis ojos están entornados, húmedos y enrojecidos; solo tratan de ahuyentar lo feo y lo banal, lo miserable y el desamor. No importa que no quieran mirarte porque ellos tendrían que contarme lo que ven, y hoy lo mejor es no saber que tú estás.

Esa nube que me acompaña hace que tú seas lo que quiero intuir y no lo que eres en verdad. Porque no quiero volver a saber cómo es la realidad -ay, ya lo conozco-; porque quiero que sea un rastro de vapor y esencia. Un olor, un sabor, una silueta, un deseo. Todo lo que fuiste y ya nunca serás.



Esa nube me envuelve, me protege y me devuelve a mi no-realidad, allí donde siempre quiero estar.