jueves, 24 de abril de 2014

El grupo

El sol se escondía rápidamente tras las montañas y el grupo caminaba muy junto, despacio, pegados los unos a los otros, mezclando el sudor que sus fatigados cuerpos no dejaban de desprender a cada paso que daban, en la tortuosa subida por el camino empedrado y polvoriento que podía alejarles de esa jauría que los perseguía sin descanso desde hace días. Seis almas desesperadas; tres chicos y tres chicas que apenas hace una semana no se conocían entre sí pero que el avatar les había convertido en una piña y, quizá, en algo más. En siete días habían vivido, compartido, disfrutado y sufrido tanto juntos como ninguno de ellos lo había hecho antes de todo esto. Porque todo esto había sido muy intenso -demasiado, quizás- aunque ninguno de ellos lo hubiera elegido, ni siquiera imaginado; el caprichoso azar, el destino, la Providencia o quién sabe qué fuerza superior decidió hace una semana que sus vidas cambiarían de manera tan brutal.
El entendimiento al que había llegado el grupo era tan fuerte que en ocasiones no necesitaban abrir la boca para decirse las cosas; bastaba con mirarse a los ojos o hacer un leve gesto para que todos tuvieran claro qué es lo que estaba ocurriendo, qué sentían, en qué pensaban. Pero dentro del grupo había dos que eran aún más cómplices; dos que tenían muy claro que lo darían todo por el otro sin dudarlo. Almas gemelas que existen en el mundo y que a veces tienen la fortuna de encontrarse, y es en ese preciso instante cuando saben que su vida ya no tendrá sentido si no están juntos.
La noche cayó muy rápido y el camino se endurecía, pero decidieron hacerlo. Un poderoso instinto les invitó a detener por un momento su agónica huida y, mirando a la preciosa luna creciente, gritaron a pleno pulmón para que el mundo supiera que allí estaban, libres y vivos. La jauría les seguía los pasos, acercándose, pero el grupo era sólido, fuerte, una roca con seis corazones que latían a la vez y nadie sería ya capaz de deshacer los poderosos vínculos que les unían. Ni aunque al fin les dieran caza.



- ¿No les oís? Esos seis ya no pueden estar lejos. Vamos chicos, hay que limpiar el valle de aullidos para siempre. Lobos de mierda...

1 comentario:

  1. Hola papa pop, cuanto tiempo sin pasar por aquí. Tenía un problema con el blogroll. Me encanta volver a leerte. Un abrazo amigo

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